2011-05-13

Para ella

No puedo olvidarla. La carne no es débil; sales a la calle y las ves, más bellas, más neumáticas, más pícaras que ella. Pero ella es especial. A lo mejor no es amor, sólo es el instinto de padre, de protegerla, tan frágil por fuera. Deseos de ser su guardaespaldas, su eunuco con el alfanje dispuesto a matar y morir por ella.

Ella no quiere saber nada de mí. Hace bien. No soy digno de ella. Aunque le di esta dirección no sé si entra a ver, entran tantos y de tantos sitios... tengo la esperanza de que le pueda la curiosidad y entre, y me lea, y se apiade su corazón. Así que le escribo a ella, a la vista de unos pocos amigos. Aún así preservo su intimidad y no digo quién es, de dónde... pistas de su paradero que ni siquiera conozco, señor guardia.

Te extraño tanto... puedo vivir sin vos, pero echo de menos el paraíso, cuando nos cogíamos las manos, nos mirábamos a los ojos, sonreías de aquella manera que tanto me gustaba y nos jurábamos amor eterno... yo cumplí mi promesa y tú no. Fue fácil enamorarme de tí y prometer porque me lo decía mi corazón, mi estómago y mi cabeza. Unanimidad. En otras ocasiones será más difícil sacar de mí una promesa, pero ten por seguro que si prometo, cumplo. Y te prometo no cejar en el empeño y ser digno de tí, te prometo hacer lo imposible por ablandar tu corazón, sin avasallarte ni invadir tu intimidad... te prometo amor eterno, incluso sin ser correspondido, incluso aunque esté con otras... siempre te esperaré, siempre seré tuyo. No puedo decirlo más claro. Te amo.

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